jueves, 18 de junio de 2015

Resumen. Parte 2. Gestión de Incompetentes de Gabriel Ginebra

Parte 2. Diagnosticar incompetencias-
Cualquier planteamiento científico empieza con un buen diagnóstico. Muchos clasifican a sus empleados como buenos si hacen las cosas bien y malos si las hacen mal. A los primeros hay que premiarlos, y a los segundos echarlos. Con un planteamiento así no es extraño que a la larga todo el mundo acabe en la lista negra. Y el gran problema: que incluso acabemos expulsando a los que tienen gran talento.

En principio, si un trabajador sabe hacer una cosa, la querrá hacer bien. Es muy importante distinguir el no sé del no puedo. Así pues, Gabriel Ginebra propone un modelo para evaluar qué tipo de empleado problemático tenemos delante: el Modelo Fougi
Analicemos con más detenimiento este modelo.
Insignificancias, no
¿Vale la pena?
No
Olvidar
Primero nos hemos de preguntar si vale la pena. Muchos problemas no valen la pena tratar debido a que:
·         No afectan al resultado del trabajo
·         No tienen arreglo
·         El esfuerzo para arreglarlo no compensa la mejora obtenida.
Hay que señalar los defectos si hay un tratamiento posible. Si no, es únicamente una carga y una humillación para el trabajador. Intentando solucionar problemas falsos crearemos problemas auténticos.
El despistado feliz.
¿Es consciente?
No
Advertir
Un posible problema es que el empleado no sea consciente de su problema. En este caso, la acción directiva correcta sería advertirle, hacerle consciente de su incompetencia para enderezar su rumbo.
El hiperactivo miope
¿Lo entiende?
No
Explicar
Puede que el empleado intuya que algo no funciona bien, pero no sepa dar con el problema. En este caso, el directivo ha de explicar.
“Decir que se haga un trabajo, no implica que se haya entendido aunque se ponga cara de entenderlo”
Un empleado puede pensar que debe apurar más y resulta que va demasiado deprisa. Todo empleado tiene un tiempo de aprendizaje en el que el directivo debe estar explicando lo que quiere de él, qué se pretende.
El teórico
¿Sabe cómo hacerlo?
No
Dar ideas concretas
Otros en cambio entienden de qué va el trabajo, qué han de hacer, pero no saben cómo hacerlo. En este caso un buen directivo a de ayudar aportando ideas y concretando lo que quiere.
El torpe
¿Sabe hacerlo?
No
Entrenar
También existe la diferencia entre saber hacerlo y hacerlo bien. El empleado puede entender perfectamente el problema y cómo hacerlo, pero realmente no lo sabe hacer. Para saber hacer se ha de practicar.
“Solo se aprende haciéndolo (y equivocándose)”
Un buen entrenamiento del empleado por parte del directivo exige paciencia, disciplina, labor, cercanía y sobretodo tiempo y espacio para equivocarse.
El asfixiado
¿Puede?
No
Conseguir recursos
Si un trabajador entrenado, que se le ha explicado bien el trabajo y que lo entiende no alcanza sus objetivos, es probable que se deba a que no pueda conseguirlo por falta de recursos.
No hay que confundir la capacidad abstracta de hacer una cosa, con la capacidad física de realizarla. Una solución nunca es la presión y la exigencia que quemará al empleado. En su lugar, el jefe ha de proporcionar los recursos al empleado, tanto materiales (ordenador, espacio, mesa) como abstractos (tiempo, personas, consejos, contactos).
El bobo y el caradura
¿Se beneficia?
No
Gestión Consecuencia
Hay ocasiones que el empleado entiende, puede y sabe trabajar bien, pero no le compensa hacerlo. No saca nada positivo si lo hace bien, pero tampoco nada negativo en el caso contrario. El directivo debe asegurarse que toda acción tenga consecuencia. Hay que aprender a castigar sin despedir, pero también premiar sin subir el sueldo.
El distraído
¿Problemas personales?
Si
Apoyo/ Esperar
La falta de rendimiento laboral puede deberse a razones extra laborales. Un trabajador le puede interesar todo pero empezar a fallar, no concentrarse, etc. En este caso, como directivo deberemos apoyar o bien esperar.
El deprimido y el pasota
¿Quiere?
Poco
Animar/ Corregir
Otra causa de bajada del rendimiento laboral es la desmotivación. Hay que distinguir 2 tipos de desmotivados: los que no quieren, pero pueden y saben y los empleados abatidos que ni pueden ni saben. Hay que dar motivaciones positivas a estos últimos y motivaciones negativas (palos) a los primeros.
El incapaz
Si llegamos al final de todas estas incompetencias y seguimos sin encontrar solución al problema de nuestro empleado entonces llega el momento de pensar en que al trabajador le falta capacidad para el puesto. Será el momento de eliminar o reubicar. Esta solución es la más extrema. Es muy importante haber descartado todas las otras opciones. Más vale retener al incapaz más tiempo que prescindir de una persona capaz demasiado pronto. 

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